Education

Prohibir mi libro no protegerá a sus hijos


Me he sumado a Margaret Atwood, Jodi Picoult, Jacqueline Woodson y muchos otros autores cuyas obras han sido objeto de eliminación de las listas de lectura de las clases en Leander. Junto con PEN America, un grupo que promueve la libre expresión literaria, escribimos una carta al distrito escolar para pedir que nuestros libros sigan disponibles para los estudiantes. Aunque pueden contener pasajes que podrían resultar incómodos, desafiantes o incluso ofensivos, la exposición a nuestros libros es vital para expandir las mentes, afirmar experiencias, crear aprecio por las artes y fomentar empatía; en resumen, para respetar a los adultos en los que los estudiantes de Leander, Texas, pronto se convertirán.

En las escuelas rara vez se educa sobre las relaciones. A los adolescentes no suele enseñárseles que los celos extremos no son románticos, sino que son un indicador de una relación nociva. Las secciones de mi libro que leyó en voz alta la indignada madre en esa reunión forman parte de una historia más amplia, en la que se examina lo que significa estar tan enamorado, excitado o ambas cosas a la vez que dejas que alguien te trate mal.

Fue doloroso y difícil relatar esa experiencia en mi libro, exponer mis propias vulnerabilidades y momentos de oscuridad. A pesar de ello, me alegro de haberlo hecho. Desde que se publicó, recibo hasta una decena de mensajes semanales de los lectores. Me dan las gracias; me hacen confidencias; describen la experiencia de sentirse vistos que les ha cambiado la vida. Más de una persona me ha dicho que mi libro le dio la claridad y la fuerza para dejar una relación enfermiza.

Las prohibiciones de libros en Estados Unidos no son nada nuevo. Desde que existen los escritores, ha habido reaccionarios pisándoles los talones. En la actualidad, en Estados Unidos, los libros con personajes negros, latinxs, indígenas, queer o trans —o escritos por autores que se identifican de esa manera— suelen ser mayoría en la lista anual de los 10 libros más censurados en bibliotecas y escuelas de la Asociación Estadounidense de Bibliotecas. Estas prohibiciones de libros evitan que los estudiantes puedan entenderse mejor a sí mismos y a los demás. Como escritora, creo en el poder de las palabras para cruzar fronteras en estos tiempos de profundas divisiones. Ahora más que nunca, la literatura importa.

Aquellos que buscan prohibir mi libro y otros más están tratando de aprovechar el miedo —el miedo de las realidades que los libros como el mío sacan a la luz, el miedo al deseo, el sexo y el amor— y lo distorsionan en algo feo, en un intento de desear que desaparezcan las experiencias queer.



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