Hace dos meses, Francia vivió el mes de mayo más caluroso de su historia, con máximos históricos en algunas ciudades. El mes pasado, Francia volvió a sufrir una ola de calor primaveral que también afectó a España, Italia y otros países. Luego, este mes, Polonia y otras partes de Europa del Este sufrieron durante una racha de calor extremo.
Ahora, las temperaturas en toda Europa se están disparando de nuevo, desde España hasta las Islas Británicas y extendiéndose hacia el este. En muchos países arden incendios forestales provocados por el calor, y gran parte del continente está sumido en una larga sequía.
Y aún quedan dos meses de verano.
Los científicos afirman que el persistente calor extremo de este año responde a una tendencia. Las olas de calor en Europa, dicen, están aumentando en frecuencia e intensidad a un ritmo más rápido que en casi cualquier otra parte del planeta, incluido el oeste de Estados Unidos.
El calentamiento global influye, al igual que en las olas de calor de todo el mundo, porque las temperaturas son en promedio unos 1,1 grados Celsius más altas que a finales del siglo XIX, antes de que se generalizaran las emisiones de dióxido de carbono y otros gases que atrapan el calor. Así que el calor extremo parte de un punto de partida más alto.
Pero además de eso, hay otros factores, algunos relacionados con la circulación de la atmósfera y el océano, que pueden hacer de Europa un punto clave de olas de calor.
No hay dos olas de calor que sean precisamente iguales. Las actuales temperaturas abrasadoras que el lunes llegaron a Inglaterra y Gales fueron causadas en parte por una región de aire de baja presión que se había atascado en la costa de Portugal durante días. Se conoce como una “baja aislada”, en jerga meteorológica, porque se desplazó o aisló de un río de vientos del oeste, la corriente en chorro de latitud media, que rodea el planeta a gran altura.
Las zonas de baja presión tienden a atraer el aire hacia ellas. En este caso, la zona de baja presión ha estado atrayendo constantemente aire del norte de África hacia ella y al interior de Europa. “Está bombeando aire caliente en dirección al norte”, dijo Kai Kornhuber, investigador en el Observatorio Terrestre Lamont-Doherty que es parte de la Universidad de Columbia.
Kornhuber colaboró con un estudio publicado este mes que encontró que las olas de calor en Europa habían aumentado en frecuencia e intensidad en las últimas cuatro décadas y relacionó el aumento al menos en parte a los cambios en la corriente en chorro. Los investigadores encontraron que muchas olas de calor europeas sucedieron cuando la corriente en chorro se dividió temporalmente en dos, dejando una zona de vientos débiles y aire de alta presión entre ambas ramas, lo que es propicio para la acumulación de calor extremo.
Efi Rousi, científica sénior en el Instituto Postdam para la Investigación Climática en Alemania y autora principal del estudio, dijo que la actual ola de calor parecía estar vinculada a un “chorro doble” que dijo ha estado ocurriendo encima de Europa en las últimas dos semanas. Esto podría haber conducido a la creación de la baja aislada, dijo Rousi, así como a una zona de vientos débiles sobre Europa que permitieron que el calor persistiera.
“Parece que esto realmente está favoreciendo el aumento de esta ola de calor”, comentó.
Puede que haya otras razones por las que Europa está atestiguando más olas de calor, y más persistentes, aunque algunas de estas actualmente son motivo de debate entre los científicos. La variabilidad del clima natural puede ocasionar que sea difícil distinguir las influencias específicas, dijo Rousi.
Kornhuber dijo que el calentamiento en el Ártico, que está ocurriendo más rápidamente que en otras partes del mundo, podría tener un papel. En tanto el Ártico se calienta a un ritmo más veloz, la diferencia de temperatura entre esta zona y el Ecuador disminuye. Esto conduce a un decrecimiento en los vientos estivales, lo que tiene el efecto de causar que los sistemas meteorológicos permanezcan más tiempo. “Sí notamos un aumento en la persistencia”, dijo.
También hay indicios de que los cambios en una de las principales corrientes oceánicas del planeta, la Circulación Meridional de Retorno del Atlántico, puede afectar el clima de Europa. Rousi publicó el año pasado un artículo científico que mostró, con simulaciones computacionales, que un debilitamiento de la corriente al calentarse el planeta causaría cambios en la circulación atmosférica y conduciría veranos más secos en Europa.
Como en otras partes del mundo, una ola de calor en Europa puede hacer más probable que se produzcan otras en la misma zona, porque un periodo de calor extremo seca el suelo.
Cuando hay algo de humedad en el terreno, parte de la energía del sol se usa para evaporar el agua, lo que tiene un efecto de enfriamiento ligero. Pero cuando una ola de calor se lleva casi toda la humedad del suelo, hay poco para evaporar al llegar la siguiente ola de aire caliente. Por lo tanto, una mayor cantidad de energía solar quema la superficie, lo que aumenta el calor.
Raymond Zhong colaboró con la reportería.
Henry Fountain se especializa en la ciencia del cambio climático y sus efectos. Escribe sobre ciencia para el Times desde hace más de 20 años y ha viajado al Ártico y la Antártica. @henryfountain • Facebook