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¿Hay alimentos adictivos?


“Las personas no presentan una respuesta conductual adictiva a los alimentos naturales que son buenos para la salud, como las fresas”, afirmó Gearhardt, quien también es directora del Laboratorio de Ciencia de la Alimentación y la Adicción y su Tratamiento en Míchigan. “El subconjunto de alimentos muy procesados está diseñado de un modo muy parecido a cómo producimos otras sustancias adictivas. Estos son los alimentos que pueden ocasionar la pérdida de control y los comportamientos compulsivos y problemáticos que se asemejan a lo que observamos con el alcohol y los cigarrillos”.

En un estudio, Gearhardt descubrió que cuando las personas reducían el consumo de alimentos muy procesados, experimentaban síntomas parecidos a la abstinencia que se observa en los drogadictos, como irritabilidad, fatiga, tristeza y compulsión. En estudios de imágenes del cerebro, otros investigadores han descubierto que las personas que a menudo consumen comida chatarra, con el tiempo pueden desarrollar tolerancia a ella, lo que hace que cada vez requieran mayores cantidades para obtener la misma satisfacción.

En su práctica clínica, Gearhardt ha visto pacientes —algunos obesos y otros no— que luchan en vano para controlar su ingesta de alimentos muy procesados. Algunos intentan comerlos con moderación, pero solo terminan perdiendo el control y comen hasta el punto de vomitar y sentirse angustiados. Muchos de sus pacientes ven que no pueden dejar estos alimentos pese a que tienen dificultades para controlar su diabetes y presentan un aumento excesivo de peso y otros problemas de salud.

“Lo sorprendente es que mis clientes son casi siempre muy conscientes de las consecuencias negativas de su consumo de alimentos altamente procesados, y normalmente han probado docenas de estrategias como dietas de choque y limpiezas para intentar controlar su relación con estos alimentos”, dijo. “Aunque estos intentos pueden funcionar durante un corto periodo de tiempo, casi siempre acaban recayendo”.

Sin embargo, Hebebrand rebate la idea de que algún alimento provoque adicción. Aunque las papas fritas y la pizza pueden parecer irresistibles para algunas personas, él sostiene que no ocasionan un estado mental alterado, lo que es característico de las sustancias adictivas. Por ejemplo, señaló, fumar un cigarrillo, beber una copa de vino o recibir una dosis de heroína provocan una sensación inmediata en el cerebro que los alimentos no producen.

“Siempre sucede que con cualquier droga adictiva casi toda la gente experimenta un estado mental alterado después de consumirla”, señaló Hebebrand. “Eso indica que la sustancia está causando un efecto en nuestro sistema nervioso central. Pero todos ingerimos alimentos muy procesados y nadie siente este estado mental alterado porque la sustancia no llega directamente al cerebro”.

En los trastornos por consumo de sustancias, las personas se vuelven dependientes de una sustancia química específica que actúa en el cerebro, como la nicotina de los cigarrillos o el etanol del vino y el licor. Al principio buscan esta sustancia química para obtener un subidón, y luego se vuelven dependientes de ella para aliviar las emociones negativas y depresivas. Pero en los alimentos altamente procesados no hay ningún compuesto que pueda señalarse como adictivo, dijo Hebebrand. De hecho, la evidencia sugiere que las personas obesas que comen en exceso tienden a consumir una amplia gama de alimentos con diferentes texturas, sabores y composiciones. Hebebrand argumentó que comer en exceso se debe, en parte, a que la industria de alimentos comercializa más de 20.000 productos nuevos cada año, lo que da a la gente acceso a una variedad aparentemente interminable de comidas y bebidas.



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